La relación con un cliente debe ser profesional y mutuamente beneficiosa, pero esto no significa que no debas tomar precauciones. Aquí tienes algunos consejos para protegerte al trabajar con cualquier cliente:
Un contrato es tu mejor defensa ante malentendidos. Incluye aspectos como:
Por ejemplo, si trabajas como diseñador gráfico, especifica cuántas revisiones están incluidas en el precio inicial. Esto evitará que el cliente haga demandas excesivas.
Pedir un adelanto antes de empezar un proyecto no solo asegura tu flujo de efectivo, sino que también filtra a los clientes serios de los que no lo son. Por lo general, un 50% al inicio del proyecto es una práctica estándar en muchas industrias.
Si un cliente se niega a dar un anticipo, evalúa si vale la pena correr el riesgo. Un buen cliente entiende la importancia de esta medida.
Guarda registros de todos los correos, mensajes y acuerdos importantes. Si alguna vez surge un problema, tendrás evidencia para respaldar tus acciones. Además, un historial claro ayuda a mantener una comunicación más organizada.
Conclusión: Trabajar con clientes puede ser una experiencia gratificante si tomas las medidas necesarias para proteger tu trabajo y bienestar. La prevención siempre será tu mejor aliado.
