La primera vez que caminé por la Comuna 13 sentí algo que todavía no sé describir del todo. Es una mezcla de energía, color y resiliencia. Sus murales hablan, sus escaleras cuentan historias y su gente tiene una fuerza que se contagia. Este lugar, antes marcado por dificultades, se transformó en un símbolo mundial de arte urbano y turismo comunitario.
Miles de visitantes llegan a la Comuna 13 cada año para disfrutar sus murales, presentaciones artísticas y emprendimientos locales. Este sector se ha convertido en uno de los principales destinos culturales de Medellín gracias a sus recorridos guiados, su arte grafiti, su gastronomía callejera y la forma en que las comunidades han recuperado su territorio a través de la cultura.
En los tours que realizo, la Comuna 13 siempre sorprende. La gente conecta con la música, con las historias de superación y, cómo no, con la comida.
Helados artesanales, jugos naturales y pequeños emprendimientos que nacieron de la necesidad pero hoy brillan con identidad. Los visitantes salen con la sensación de haber vivido algo real, lejos de lo superficial.
La Comuna 13 te cambia la mirada y también el paladar.
