Cuando diseñé mi primer logo, pensé que lo importante era que se viera “lindo”. Pasaron meses para descubrir que un logo no es una decoración, es una herramienta de comunicación. Es la primera impresión de tu marca, la forma en que te recuerdan y el inicio de toda tu identidad. Me hubiera ahorrado tiempo, dinero y frustración si alguien me hubiera explicado esto antes.
Un buen logo debe ser simple, memorable y funcional. Evita recargarlo, piensa en cómo se verá en pequeño, en blanco y negro, en redes y en empaques. El diseño profesional no es un lujo, es parte del crecimiento de tu negocio. Las mujeres emprendedoras que construyen una identidad visual estratégica logran más confianza, más ventas y una presencia más estable en el mercado.
He visto emprendedoras talentosas con marcas increíbles… escondidas detrás de logos improvisados. Y no es falta de calidad, es falta de guía. Por eso siempre aconsejo: define tus valores, tu público, tu tono, y desde ahí construye un logo que hable por ti. Un diseño que no solo se vea bonito, sino que tenga intención.
Tu logo es una inversión, no un gasto.
